La congestión mamaria es la hinchazón que aparece en las mamas cuando se empieza a producir la leche. Veamos por qué y cómo podemos solucionarlo.
¿Has tenido congestión mamaria en algún parto? En los primeros días tras tener a tu bebé ocurre lo que vulgarmente llamamos “la subida de la leche”. El pecho se llena para que puedas amamantar. A veces, este llenado es excesivo puede dificultar un poco la lactancia.
Previamente, y desde el mismo momento del parto, habrás alimentado a tu hijo con el calostro, pero es al tercer día aproximadamente, cuando al fin pasas a tener leche madura.
En este momento aumenta la vascularización, es decir, hay un mayor riego sanguíneo y, por tanto, notas que las mamas aumentan de tamaño y aparecen duras, enrojecidas y calientes.
Esta congestión es fisiológica, ocurre siempre y se soluciona espontáneamente pasados unos días.
¿Cuándo ocurre la congestión mamaria patológica o ingurgitación?
La ingurgitación mamaria es un problema derivado de la lactancia. Ocurre cuando hay una gran producción de leche y el ritmo de vaciado es menor.
La lactancia materna debe ser a demanda. Esto significa que tu bebé debe mamar cada vez que lo necesite.
Pero a veces, por diferentes causas (mala técnica, presencia de grietas, uso de tetinas), el niño no toma el pecho las veces que debería y la leche se acumula, provocando un molesto aumento del volumen mamario con sensación de congestión y pesadez, e incluso con presencia de febrícula.
La piel está tan tirante que al niño le cuesta coger el pezón, por lo que la lactancia se dificulta.
¿Cómo solucionar la congestión mamaria?
1.-Para facilitar la toma puedes extraerte un poco de leche antes de comenzar, bien con el sacaleches, o bien de forma manual realizando un masaje para descongestionar la mama y que ésta se ablande.
Con esto conseguirás que el pezón salga bien hacia fuera y que el bebé pueda engancharse mejor.
2.-Para las molestias puedes aplicar frío-calor.
Una ducha con agua tibia antes de la toma favorecerá la salida de la leche, ya que el calor dilata los conductos por donde ésta circula y hace que fluya mejor.
Por el contrario, si entre las tomas aplicas unas compresas frías sobre la mama, se provocará una contracción de los vasos sanguíneos, ayudando a disminuir el edema, la inflamación y el dolor.
Eso sí, siempre evitando la zona del pezón y la areola, ya que los conductos y los vasos aquí son muy pequeños y se puede provocar una isquemia por falta de riego sanguíneo, agravando el dolor y dificultando aún más la salida de la leche.
En definitiva, la mejor prevención es hacer un vaciado correcto y periódico, y nadie mejor que tu bebé para realizar esta tarea.
Pónlo al pecho cada vez que lo necesite. Él estará feliz y tú, mucho menos molesta.
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