La atonía postparto es la principal causa de hemorragia postparto. ¿Qué conducta seguimos si tienes una hemorragia tras el parto?.
La hemorragia puede complicar hasta el 5% de los partos. Es decir, no es algo del todo infrecuente.
La situación se produce cuando, tras el parto, comienzas a sangrar. Definimos como hemorragia puerperal cuando la pérdida de sangre es mayor de 500 cc.
Pérdidas menores son normales en todos los partos y se deben al desprendimiento de la placenta. El lecho placentario es el lugar del útero donde ha estado anclada la placenta durante toda la gestación. Inmediatamente después de salir la placenta, el útero se contrae fuertemente (entuertos) y cierra el lecho placentario, evitando una hemorragia mayor.
La atonía postparto es la ausencia de contracción uterina tras el alumbramiento de la placenta. La consecuencia es que el lecho placentario sigue sangrando abundantemente.
Como comprenderás, la situación es dramática y sus consecuencias pueden llegar a ser muy graves. El equipo que te atiende actuará muy rápido.
Este artículo no pretende asustarte, sino ayudarte a comprender la situación y las medidas que adoptamos.
¿Cuáles son las causas de la hemorragia postparto?
Existen cuatro grupos de causas:
- Atonía uterina: causa más del 50% de las hemorragias.
- Lesiones o desgarros del canal del parto.
- Retención total o parcial de la placenta.
- Alteraciones de la coagulación.
Por tanto, la mayoría de las hemorragias se producen por atonía uterina asociada o no a retención de restos de placenta. Si quieres profundizar en la causas, revisa este enlace.
Medidas preventivas de la atonía postparto y hemorragia postparto.
Hablo aquí de algunas medidas a tener en cuenta antes del parto. Por ejemplo, del 30 – 50% de los embarazos que presentan hemorragia tienen como antecedente algún factor de riesgo.
- Tomar hierro durante la gestación y corregir la anemia. Es fundamental que llegues al parto sin anemia. Piensa que ya perderás unos 500 cc, de forma fisiológica y natural, durante el alumbramiento.
- Identificar si tienes factores de riesgo. Tu ginecólogo te irá aconsejando y valorará tu embarazo y parto. Tienen más riesgo los embarazos con fetos grandes, gemelares, embarazos con exceso de líquido amniótico, grandes multíparas, partos muy largos, infección amniótica, patología uterina, etc. La lista es larga, pero tu ginecólogo conducirá el parto para que todo termine sin problemas.
- Por supuesto, si tienes alteraciones en la coagulación, mi consejo es contar con las indicaciones del hematólogo.
¿Qué puedes hacer tú para prevenir la atonía postparto?
Si vas a tener a tu hijo en el mismo hospital en el que habitualmente controlan tu embarazo, tienen tu historial y conocen tus factores de riesgo. En caso contrario, lleva toda la documentación que poseas contigo e informa al equipo que te vaya a atender.
Tras el parto, y ya en tu habitación, procura orinar con frecuencia para mantener la vejiga vacía. En caso de tener epidural, en algunos casos, puedes tener retención en las primeras horas.
Cada poco tiempo debes hacer masajes uterinos. Consiste en masajearte tú misma con la mano la zona del bajo vientre y de la vejiga. El útero está detrás de la vejiga. Debes notar como una «bola dura» del tamaño de una manzana grande.
Si tocas la bola, significa que el útero está bien contraído. En caso contrario, sigue masajeando.
El dar el pecho provoca entuertos y mantiene el útero contraido. Es normal que durante las tomas notes un poco más de sangrado por estas contracciones.
Si en las primeras 24 horas el sangrado es mayor que una regla, coméntalo con tu enfermera/ginecólogo.
¿Cuál es la conducta ante un sangrado inmediato tras el parto?
Una vez que ha terminado el parto, estando ya feliz con tu hijo, puede ocurrir que comiences con sangrado. Suele ocurrir a los pocos minutos u horas.
Inicialmente las medidas que tomamos son:
- Confirmar el alumbramiento correcto
- Confirmar el tono del útero (que esté bien contraído)
- Revisar el canal del parto
- Hacer una ecografía
Se trata de descartar las causas que hemos visto anteriormente. La matrona avisará al ginecologo y comenzarán rápidamente las maniobras.
Si no has alumbrado aún, se favorecerá la salida de la placenta.
Si el útero no se contrae, se realizará masaje uterino y se administrarán fármacos para contraerlo (oxitocina, ergóticos, misoprostol, etc.)
Si tienes la vejiga llena, es aconsejable el sondarte para vaciarla.
Si el útero está contraído, se revisa el canal del parto y la episiotomía si la tuvieses hecha. A veces, un pequeño desgarro es el culpable del sangrado y con dar un punto de sutura es suficiente.
Si las medidas anteriores han descartado la atonía (útero que no se contrae) y las lesiones vaginales, hacemos una ecografía y comprobamos si se ha quedado retenido algún trozo de placenta.
Finalmente, un análisis de sangre nos informa de la cantidad de sangre perdida y de si existe algún tipo de alteración de coagulación.
Con estas medidas se deben controlar la mayor parte de las atonías y hemorragias puerperales.
En caso contrario, lo habitual es pasarte a quirófano para un mayor control de la situación.
Si el sangrado es abundante, además de la medicación, se transfundirá sangre.
En quirófano, y según la causa de la hemorragia, se realizará legrado uterino, sutura de algún desgarro vaginal, colocación de un balón intraútero (balón de Bakri) para que comprima por dentro y corte la hemorragía, o incluso, a veces, tenemos que quitar el útero (excepcionalmente).
La situación es infrecuente, pero por su rápida progresión puede ser dramática. La actuación con diligencia es fundamental y, con ello, todo habrá quedado en un susto.
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