Los efectos de la toxoplasmosis en el embarazo pueden ser graves. Afortunadamente su contagio es muy poco frecuente. Lo más importante es la prevención.
¿Has oído hablar de la toxoplasmosis en el embarazo?. Te respondo.
¿Qué es la toxoplasmosis?
La toxoplasmosis es una infección provocada por un parásito, el toxoplasma gondii, que habita en el gato tras infectarse por comer otros pequeños animales, a su vez también infectados.
El gato libera unos “quistes” a través de las heces y contamina el ambiente, tierra, cultivos, otros animales como el cerdo, etc. Puedes contagiarte al manipular las heces de gato, o comer carne de cerdo cruda, por ejemplo.
En las personas adultas, la infección es banal y apenas produce síntomas. De hecho, el 90% de las personas que la han padecido ni lo sabe. En los pocos casos en los que produce síntomas, aparece simulando un simple cuadro gripal con algo de fiebre y malestar general.
En el feto, la infección puede ser grave y producir abortos, malformaciones e incluso lesiones después de varios años tras el parto.
El diagnóstico en la mujer es casual al hacer los análisis rutinarios del primer trimestre del embarazo.
¿Cómo se transmite la toxoplasmosis en el embarazo?
Las vías de transmisión del parásito son :
- Oral
- Transplacentaria
- Parenteral (excepcional)
- Sanguínea por transfusiones (excepcional)
Desde el punto de vista de la mujer y del embarazo nos interesan las vías oral y placentaria.
La madre se contagia por la boca con los alimentos, utensilios de cocina o manos contaminadas, y el feto a través de la placenta de forma secundaria.
Dentro del organismo los quistes se rompen, se diseminan a los diferentes órganos del cuerpo y producen diferentes lesiones.
A veces vuelven a enquistarse y a provocar lesiones incluso años después.
¿Cuáles son los riesgos de la toxoplasmosis si se contrae durante el embarazo?
En primer lugar debemos distinguir :
- Infección materna
- Infección placentaria y fetal.
Como ya he comentado, para la madre ningún riesgo. En cambio, el feto es muy sensible, pues sus órganos están en formación.
En el embarazo nos preocupa la afectación fetal. Pero una madre puede estar afectada y no estarlo la placenta y, por tanto, el feto.
Finalmente, puede estar afectada la placenta y estar infectado el feto, pero no provocar lesiones. Es decir, un feto infectado no es feto afectado o lesionado. Este concepto es muy importante, ya que la mayoría de los fetos infectados no estarán lesionados. Menos del 10 % tendrá lesiones graves.
Un feto afectado puede terminar en aborto, parto prematuro o con malformaciones graves: hidrocefalia, coriorretinitis, sordera, retraso mental, ceguera, calcificaciones cerebrales, etc. Algunas de ellas pueden aparecen varios años tras el parto. Como ves, algunas son secuelas graves.
El tratamiento del feto infectado consigue reducir el riesgo de afectación.
El riesgo de infección fetal varía durante la gestación. Como norma general, el paso a través de la placenta aumenta conforme avanza la gestación, pero su gravedad disminuye.
Es de sólo el 15 % en el primer trimestre y aumenta al 60% si la madre se contagia en el tercer trimestre.
Hacemos serologías de toxoplasma a todas las gestantes. En el análisis rutinario del primer trimestre, el 85-90% de las mujeres no han pasado la toxoplasmosis y, por tanto, están en riesgo de contraerla.
En los países desarrollados, como el nuestro, la posibilidad de contagio durante la gestación es muy escasa. En los protocolos de control de embarazo de algunas Comunidades Autónomas ya no se determina la serología del toxoplasma de forma rutinaria como hasta ahora.
La posibilidad real de pasar la toxoplasmosis durante la gestación es inferior al 1% y dependerá de la zona geográfica y el nivel socioeconómico.
La transmisión al feto, aunque varía según el trimestre de embarazo, es inferior a 50% de media (sin tratamiento).
Y se reduce al 5% con un tratamiento adecuado de la madre infectada. Este concepto es fundamental para entender cómo actuamos en estos casos.
En la práctica y con esta forma de actuar, la toxoplasmosis en el recién nacido es inferior a 0,1%, si bien varía mucho de unos países a otros.
¿Cómo prevenir la toxoplasmosis en la madre?
Como siempre en medicina lo mejor es la prevención.
Las medidas son higiénicas y alimentarias:
- *Cocina bien la carne: El comer carne de cerdo, fundamentalmente, cruda aumenta el riesgo. Son causa de la mitad de las infecciones por toxoplasma.
- *Evita comer embutidos de cerdo. Si lo deseas puedes congelarlos previamente unos días o cocinarlos adecuadamente.
- *Evita leche sin pasteurizar o sin controles sanitarios adecuados.
- *Lava bien frutas y verduras antes de comerlas.
- *Lava bien los utensilios de cocina y encimeras que hayas utilizado al manipular la carne cruda.
- *Lava bien las manos tras manipular los alimentos anteriores, antes de ponerlos en contacto con la boca, nariz, ojos, etc.
- *Usa guantes en el jardín para tocar tierra o manipular excrementos de gato. Ten en cuenta que desparasitar un gato no es suficiente, pues los quistes que libera por su heces, si está infectado, pueden ser contagiosas hasta varios meses después.
- *Si estás embarazada, extrema tu higiene.
Si estás embarazada y tienes toxoplasmosis, ¿qué hacemos?
Durante el primer trimestre de la gestación, sobre las 8-10 semanas, hacemos los primeros análisis y determinamos tu situación por las serologías (en Andalucía, desde el 2015, están dejando de hacerlo de forma rutinaria).
Si ya has pasado las toxoplasmosis, no tienes de que preocuparte pues tienes defensas. Es como si estuvieses «vacunada».
Si las serologías indican una sospecha de infección reciente, durante el comienzo de la gestación, iniciamos tratamiento antibiótico con espiramicina mientras aclaramos la situación con nuevos análisis de confirmación.
Si los análisis confirman la infección reciente, pasamos al segundo paso y todo ello manteniendo el tratamiento.
El segundo paso es saber si la placenta y el feto están infectados. Para ello se toman muestras de líquido amniótico o de sangre fetal. Se realizan por punción a través del abdomen de la madre.
Si se confirma la infección fetal, se completa el tratamiento con más antibióticos: sulfadiazina y pirimetamina. Y así hasta el parto. Los tratamientos no siempre son eficaces.
Durante la gestación se intensifican los controles ecográficos, aunque es poco frecuente que las lesiones se produzcan durante la gestación y con menos frecuencia con el tratamiento ya instaurado.
Recuerda que la infección fetal no significa afectación fetal.
Tras el parto, el pediatra reevaluará al bebé y continuará el tratamiento antibiótico según los análisis y pruebas efectuadas en los primeros meses.
En caso de duda y ante la presencia de serologías positivas o presencia del toxoplasma en el organismo del niño, el tratamiento se mantendrá incluso años.
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