La placenta es el filtro que permite alimentar a tu hijo durante la gestación. Además, tiene otras funciones para el desarrollo normal del bebé.
A modo de resumen, tu bebé utiliza la placenta como si fuera el pulmón, intestino, riñón, sistema inmunitario, sistema endocrino, etc. Sus funciones son muy importantes para el desarrollo del feto en un momento en el que, por su inmadurez, aún no es capaz de valerse por sí mismo.
La placenta es la gran desconocida de la gestación. Existen multitud de artículos en internet sobre el parto, contracciones, etc. pero muy pocos dedicados a la placenta.
¿Qué es la placenta?
¿Has visto alguna vez una placenta? Tiene forma de torta (de ahí su nombre), redondeada de unos 15 -20 cm de diámetro y unos 2 cm de grosor. Su color es rojo azulado, muy congestivo, y pesa unos 500 gramos.
Distinguimos dos caras:
- Cara materna: es la que se ancla a la superficie interior del útero. Es rugosa, carnosa y mamelonada.
- Cara fetal: forma parte del interior de la bolsa amniótica. Por así decirlo, es la superficie que «ve» el bebé dentro del útero. Es lisa y por su superficie discurren multitud de venas y arterias hasta que finalmente conforma el cordón umbilical.
El cordón umbilical tiene una longitud variable de unos 50 cm (30-150) y un grosor de 1 cm. Contiene dos arterias y una vena, que son las encargadas del transporte de la sangre del feto a la madre y viceversa.
¿Cómo funciona?
La placenta contiene varios cotiledones y éstos multitud de vellosidades.
La vellosidad es la unidad funcional de la placenta. Consiste en un capilar sanguíneo (ramificación del cordón umbilical) rodeado de un lago de sangre materna. Por tanto, la sangre materna y la fetal no se mezclan en ningún momento. La membrana de la vellosidad las separa en todo momento a modo de filtro.
La sangre entra en la placenta por las arterias del cordón umbilical hasta los capilares de la vellosidad corial. Por el otro lado, la sangre materna de la capa interna del útero forma lagos que rodean a los finos capilares sanguíneos de la vellosidad.
La pared de la vellosidad actúa de filtro y las células de la placenta segregan además hormonas. Éste el mecanismo básico de las funciones que veremos más adelante.
La sangre filtrada, purificada y oxigenada tras su baño en los lagos vasculares de la sangre materna vuelve al cordón umbilical por venas que finalmente confluyen y forman la vena umbilical.
El cordón umbilical normal está compuesto por dos arterias y una vena.
¿De dónde procede la placenta?
El origen de la placenta es el mismo que el del feto. Cuando el espermatozoide y tu óvulo se unen, dan lugar a dos células, y éstas a su vez se siguen dividiendo. Una parte de las células terminará originando al embrión y otra a la placenta y a las membranas amnióticas.
La fertilización tiene lugar en la trompa, a mitad de camino entre el ovario y el útero. Una vez formado el huevo (óvulo y espermatozoide), viaja hacia el útero. La nidación en el útero comienza hacia el 5º día tras la fecundación.
¿Cómo se elimina la placenta?
Tras su formación, y durante nueve meses, la placenta cumplirá sus funciones.
Finalmente, en el periodo del alumbramiento, la placenta se desprende del útero y sale al exterior igual que el feto, con contracciones.
Cuando estudiamos la placenta tras el parto, por su cara materna, lleva consigo parte de la capa más interna del útero y deja en el útero una «herida» que llamamos el lecho placentario. En este momento, el útero se contrae rápidamente y reduce este lecho placentario al mínimo para evitar la hemorragia tras el parto. En caso contrario, atonía postparto, el útero no se contrae y puedes tener una hemorragia.
¿Cuáles son las funciones durante la gestación?
Ya hemos visto qué es y cómo funciona la placenta. Pero, ¿cuáles son sus principales funciones?:
Función respiratoria
La placenta es realmente el pulmón fetal. El oxígeno pasa a través de la membrana de la vellosidad desde la sangre de la madre a la sangre del feto. Al contrario, el dióxido de carbono (CO2) pasa desde la sangre fetal a la sangre de la madre.
Función alimenticia:
La placenta es el intestino del feto. Los alimentos contenidos en la sangre de la madre (glucosa, grasas, proteínas y vitaminas) se filtran a través de la membrana y van hacia la sangre fetal.
Función endocrina:
La placenta sintetiza hormonas que son fundamentales en el desarrollo del embarazo. Las principales son la gonadotrofina coriónica humana (HCG) y el lactógeno placentario.
La HCG se sintetiza en cantidades detectables en sangre y orina materna desde el comienzo de la gestación. De hecho, los test de gestación dan positivo cuando detectan esta hormona en sangre o en orina. Su misión es mantener el embarazo, favoreciendo la síntesis de progesterona por parte del ovario durante los tres primeros meses. Además favorece la síntesis de esteroides.
La determinación de la cantidad de HCG es muy útil para valorar la evolución del embarazo, en el diagnóstico de gestación ectópica, y para hacer el cribado prenatal del primer trimestre.
El lactógeno placentario favorece la llegada de la glucosa al feto y hace que la disponibilidad de los nutrientes que necesita el feto sea mayor.
Función excretora:
La placenta actúa como riñón del feto durante la gestación. Actúa eliminando los desechos tóxicos desde la sangre fetal hacia la madre. El verdadero riñón fetal es muy inmaduro y no es capaz de eliminar los productos tóxicos procedentes del metabolismo normal de tu hijo. La placenta filtra estos tóxicos hacia la madre.
Función inmunológica:
Este mecanismo es múltiple. La sangre materna aporta inmunoglobulinas (anticuerpos) al feto, ya que su sistema inmunitario es inmaduro. Además le protege, en parte, de infecciones por microorganismos.
Por el contrario, también protege al bebé para que sus células (extrañas en parte a las de la madre) no sean atacadas por sus defensas. En este sentido, es como si la placenta «escondiera al feto» de los sistemas de vigilancia de la sangre materna (función de tolerancia inmunológica).
Función de defensa física o mecánica:
La placenta, las membranas y el líquido amniótico envuelven a tu bebé como una burbuja protectora contra golpes, cambios de presión, cambios de temperatura, etc.
Problemas de la placenta durante la gestación.
Pero, aunque parezca perfecta, un sistema tan complejo tiene sus propias disfunciones. Algunas de ellas están asociadas a problemas maternos como la hipertensión o la anemia.
En otras ocasiones no filtra y alimenta adecuadamente a tu hijo, y la insuficiencia placentaria termina provocando el retraso del crecimiento del feto (crecimiento intrauterino retardado o CIR).
Para completar su función, la placenta tiene que estar perfectamente anclada al útero y salir solo después de que se haya producido el expulsivo del bebé. En algunas ocasiones se produce el desprendimiento de la placenta antes de la salida del feto. Constituye un problema muy grave.
Para su correcta función tiene que anclarse en buen lugar dentro del útero y permitir que el feto salga antes en el parto. Lo contrario ocurre en la placenta previa. La colocación de ésta por delante del feto, tapando el orificio de salida, no permite el parto natural y obliga a realizar una cesárea.
En algunas ocasiones en el alumbramiento, parte de la placenta se queda retenida dificultando que el útero se contraiga tras el parto, y provocando una hemorragia puerperal.
Como puedes observar, son múltiples los problemas del embarazo relacionados con la placenta. La ecografía, en su modalidad dopler, nos permite estudiar su forma, localización, anclaje y funcionamiento durante la gestación. Si no funciona correctamente, puede que nos obligue a inducir el parto antes de las 40 semanas de gestación.